Arquitectura maya: Las chozas
Todas las construcciones mayas se basan en la choza ancestral, con paredes de caña y adobe, cubierta por una techumbre de hojas de palma colocadas sobre un armazón de madera. La vivienda vernácula —perfectamente adaptada al clima tropical— se compone, en cada familia, de una o dos chozas casi siempre paralelas. Cada cabaña tiene un único espacio interno, en el que la luz entra por una puerta cuadrada, abierta sobre uno de los lados largos de la construcción. La planta es rectangular u ovalada, en cuyo caso los lados cortos de la choza son redondos, lo cual hace que las dos extremidades de la cubierta tengan forma cónica.
La casa maya prehispánica estaba hecha de materiales orgánicos perecederos. Originalmente, se hallaban sobre plataformas de baja altura que delimitaban el espacio de cada núcleo familiar. La casa está hecha de una sola pieza. Su planta es rectangular y las cabeceras semicirculares. Carece de ventanas y tiene una puerta central que mira hacia el este en algunas ocasiones cuenta con otra puerta orientada hacia el oeste, normalmente para comunicar con otra choza que sirve de cocina y granero. Los suelos están hechos de sascab, tierra blanca compacta puesta sobre un empedrado. Para el techo utilizaban una estructura de madera cubierta de palma.